viernes, 19 de abril de 2013

Lugares extrañamente desastrosos- Compañía Thomas Noone

 Nerea de Valenzuela.  Santiago de Compostela

Los bailarines entran y salen aleatoriamente del escenario con la luz de sala aún encendida. Caminan, se paran, miran al público y se van. Un inesperado golpe sonoro, realizado por uno de los intérpretes, da entrada a la música y a la acción. Como arrastradas por la música, se suceden entonces un continuo de acciones simultáneas en las que tres parejas van moviéndose de uno a otro de los tres puntos escénicos en los que se focalizará todo el espectáculo. 


El vestuario vintage y los paneles del fondo se suman a la expresividad facial y a la propuesta escénica  tal si quisiesen evocar los orígenes del cine mudo, transformando el espacio en una suerte de primitivo zootropo por el que se suceden imágenes que, por obra y gracia del movimiento, se convierten en escenas y situaciones. Es así como el espectáculo va transformándose en una polifonía de historias de dos que no alcanzamos a comprender del todo, sino que tan sólo podemos intuir. Se juega también, en ocasiones, al contraste entre el tono de unas escenas y otras, generalmente oponiendo agresividad e histrionismo con momentos de belleza etérea y casi paródica. Más interesante resulta el diálogo que se establece, dentro de una misma historia, entre la rutina y el estrés propios de la contemporaneidad y el mundo de los autómatas y las atracciones de feria, marcado tanto por el tipo de movimientos, como por el uso de música mecánica.  Los pequeños gags de esta peli silenciosa en la que nos faltan los subtítulos caminan en paralelo a una gesticulación casi expresionista, hasta el punto de que determinadas figuras, entre el dolor y la histeria, rememoran los más reconocidos rostros de las pinturas de Munch.

Imagen de archivo de la compañía
Foto: Hubert Lankes

Hacia el final de la pieza, un giro en la propuesta da entrada en escena, simultáneamente, a todo el elenco, que crea de manera conjunta movimientos e imágenes grupales  de enorme atractivo. Previo paso fugaz por las combinaciones en parejas, para iniciar la retirada, de nuevo la luz se enciende, con bailarines aún en escena, para anunciar brevemente el oscuro  final.  

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